lunes, 7 de marzo de 2011

Mexicana ha muerto

El caso de Mexicana de Aviación abrió una nueva ventana para que la demagogia que quiere un brinco al pasado insista en sus argumentos para que el Estado vuelva a ser el responsable de todo.
Ahora, el argumento es que dado que se trata de una empresa estratégica, con muchos trabajadores, se usen recursos públicos, es decir, de los ciudadanos, para lograr que la empresa vuelva a volar.
Es exactamente el pensamiento que guió las decisiones gubernamentales en las décadas de los 80 y los 90 y que condujo a que México tuviera casi mil 500 empresas paraestatales ineficientes, corruptas, consumidoras de presupuesto, entre las cuales, en algunos momentos, estuvo Mexicana de Aviación, porque fue rescatada con dinero público.
Por fortuna ese pensamiento fue rechazado a principio de los 90. Se vendieron, liquidaron y cerraron casi todas las paraestatales, Pemex y la CFE son excepciones y el gobierno dejó de rescatar empresas privadas que entraban en dificultades por muy diversas razones.
Mexicana de Aviación es una de esas empresas que por manejos torpes entró en dificultades. Los había hecho antes, cuando menos dos veces, cuando el principal negocio de don Crescencio Ballesteros era quebrar la empresa, que la rescatara el gobierno y una vez a flote, volver a comprarla barata.
Ahora, hay voces de la demagogia que dice que Mexicana de Aviación debiera ser rescatada porque se trata de una empresa estratégica: crea muchos empleos, tiene tres sindicatos importantes y fue columna vertebral de la aviación comercial mexicana.
El argumento es falso: la verdad es que rescatar empresas a las que se les inventa el calificativo de estratégicas es meterse en un pantano insondable.
¿Si quiebra una panadería habrá que rescatarla. Y lo mismo una empresa refresquera o un gran hotel o una gasera o una empresa fabricante de automóviles?
¿Por qué usar recursos públicos, de la sociedad, para cubrir torpezas, ineficacias y hasta conductas delictivas de empresarios que precisamente hacen lo que hacen con la esperanza de que el gobierno los rescate y así, ellos se queden con las ganancias y la sociedad pague sus pérdidas?
El caso de Mexicana es escandaloso por lo cínico, ineficaz y torpe de las conductas privadas.
Primero, se venden los activos de la empresa y se le carga de deudas; luego, un grupo de farsantes entra a “rescatar” la empresa, pero con la esperanza de que el gobierno la salve, por ser estratégica y ellos saquen algún provecho.
Cuando el rescate no se produce, otro grupo de farsantes entra dizque a comprar y reflotar la empresa con la esperanza de que el gobierno meta dinero y ellos se lleven algo de esos recursos, aunque la empresa no vuele.
Cuando se dan cuenta de que el gobierno no meterá dinero, incumplen un negocio pactado, por la sencilla razón de que no tenían dinero ni para comprar un carro, menos una empresa aérea. Iban por el botín de los recursos público y cuando no los vieron, corrieron.
Pero ya apareció otro grupo de farsantes, con un “plan de negocios” peor que el de los primeros, pero con la misma esperanza: que ante las voces demagógicas que claman el rescate de la empresa estratégica, el gobierno se ablande, ceda y suelte el dinero.
Eso, por fortuna, no sucederá.
Por un lado, los farsantes deben darse cuenta de que no habrá dinero público que les llene sus bolsillos; por el otro, los demagogos que dicen proteger el empleo deben darse cuenta de que la empresa está muerta y así se quedará.
Y finalmente, los líderes de esos sindicatos deben darse cuenta de que no hay conductas impunes. Mexicana quebró, no sólo por manejos empresariales torpes, sino porque los sindicatos sangraron a la empresa más allá de lo prudente y se comportaron en forma irracional, con salarios, prestaciones y exigencias que se comieron el futuro de la empresa.
Mexicana ha muerto y no debe ser rescatada con dinero público. Es lo más barato, social y económicamente.
Hasta el próximo lunes con nuevas…
PERSPECTIVAS

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