Por alguna extraña razón los priístas creen que una reforma hacendaria se inicia bajando el IVA; por ese pensamiento, las modificaciones tributarias que propone el PRI se agotan en los primeros pasos.
El mejor ejemplo es la propuesta de bajar el IVA de 16 a 15% en el periodo de sesiones septiembre-diciembre; ahora, vuelven a insistir en lo mismo, aunque ahora el paso es más largo, proponen bajarlo a 12 por ciento.
México sí necesita una reforma hacendaria; pero la reforma que se necesita no necesariamente tiene como columna vertebral una baja del IVA.
Se necesita trabajar en ingresos y gastos.
En ingresos:
•Simplificar el sistema tributario, hacer más fácil el pago de impuestos eliminando, entre otras cosas, el IETU.
•Aumentar la recaudación tributaria lo cual supone generalizar el cobro de impuestos, tanto del IVA, reduciendo la canasta exenta de alimentos y medicinas, como del ISR quitándole la cantidad de exenciones y regímenes especiales de tributación.
•Aumentar la recaudación. México es uno de los países que menos recauda en el mundo, el equivalente al 10.5% del PIB este año, lo cual supone que el país, o vive de la deuda, como lo hizo hasta la década de los 80, o del petróleo, como lo hace ahora. Y depender de los ingresos del crudo pone a las finanzas públicas en un riesgo permanente de colapsarse, porque se cae el precio como sucedió en el sexenio de Miguel de la Madrid cuando el precio del energético cayó a los 9 dólares el barril o porque se cae la producción, como está sucediendo ahora, que producimos 800 mil barriles diario de petróleo menos, respecto a hace dos años.
•Si la reforma tributaria no cumple cuando menos estos objetivos, no sirve. Y desde luego, estos propósitos se cumplen no sólo bajando el IVA.
Más aún, en la mayoría de los países donde la reforma tributaria ha sido un detonador del crecimiento económico, se ha hecho exactamente lo contrario: se ha subido el IVA y bajado el ISR. Ahí están los ejemplos de Chile, Irlanda, China y Perú.
En gastos:
•Avanzar hacia un presupuesto por resultados, que establezca metas a conseguir, plazos para lograrlo y mediciones y que le permita saber al ciudadano si el dinero que se gasta en un rubro concreto está sirviendo de algo. Nos evitaremos así la desagradable sensación de que estamos tirando el dinero a la basura en muchos aspectos de la vida nacional donde se gasta mucho y los resultados son decepcionantes.
•Transparencia y rendición de cuentas. El ciudadano necesita, debe saber cómo y en qué se gasta su dinero. El problema es especialmente grave en los casos de estados y municipios, donde hemos creado gobiernos adolescentes, que gastan sin medida, no generan ingresos propios y no rinden cuentas a nadie.
Hoy, no sabemos cuántos empleados trabajan en los gobiernos estatales y municipales; ignoramos, con precisión, cuánto de los ingresos de esos órdenes de gobierno, se gastan en sueldos y salarios y cuánto en inversión, seguimos produciendo hornadas de exgobernadores millonarios sin que se les pida ninguna responsabilidad.
Es decir, una reforma hacendaria pasa por mucho más que proponer bajar el IVA.
PERSPECTIVAS.
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