Las finanzas públicas mexicanas han llegado al límite y sin una reforma fiscal que aumente la recaudación, en cualquier momento a partir del 2012, el país sufrirá una crisis financiera similar a las de los 70 y 80.
Las cifras revelan el problema con toda precisión:
México ingresa vía impuestos el equivalente al 10% del PIB y gasta alrededor del 20 por ciento. Durante un cuarto de siglo, de mediados de los 60 a los 80, la diferencia se cubrió con deuda hasta que en 1982 México se declaró en suspensión de pagos ante la imposibilidad de pagar incluso los intereses de un pasivo externo tan grande como el 75% del PIB.
A partir de esas fechas, el descubrimiento del Cantarel permitió cubrir la diferencia entre recaudación y gasto y reducir el déficit público a prácticamente cero e incluso lograr superávit en algunos años. Sin embargo, el agotamiento de Cantarel, la necedad de algunos grupos políticos, fundamentalmente ligados al PRI y al PRD de impedir que Pemex se asocie con inversionistas privados, ha reducido los recursos que se obtienen por petróleo y abierto la posibilidad de una nueva crisis económica en México.
En los últimos dos años los ingresos petroleros han bajado por la caída de 800 mil barriles diarios en la producción de crudo. Los datos nos vuelven a poner el problema sobre la mesa:
Entre impuestos y petróleo se logran ingresos por alrededor del 18% del Producto Interno Bruto, mientras los gastos se mantienen en alrededor del 20% del PIB, con un déficit redondeado en 2% del PIB.
El presupuesto de egresos para 2011 cuadró las cifras con el “truco contable” de aumentar la proyección de crecimiento económico a 3.9%, subir el precio del crudo a 65.40 dólares por barril, aumentar el impuesto a los tabacos y exigir mayor eficacia recaudatoria a la Secretaría de Hacienda. Eso permitió aumentar 60 mil millones de pesos de ingresos. Pero el futuro no se ve nada sencillo:
No es posible seguir aumentando ingresos con trucos contables o con nuevos o más impuestos a los pecados de fumar o beber. Si bien nos va, los ingresos por petróleo se mantendrán en los actuales niveles, con una producción estable en 2.5 millones de barriles diarios. Las exigencias de gasto son crecientes, simplemente porque las pensiones exigen cada año más y más recursos.
Sin reforma fiscal que aumente los ingresos, con la producción petrolera topada en 2.5 millones de barriles diarios y con las presiones de gasto derivadas entre otros rubros, de las pensiones, no hay forma de evitar que las finanzas públicas se colapsen. Las únicas alternativas para evitarlo son:
•Aumentar los ingresos por impuestos, lo que exige una reforma tributaria que conduzca a recaudar alrededor del 18% del PIB.
•Hacer una verdadera reforma petrolera que transforme a Pemex en una empresa a la que se le fije la meta de obtener más ingresos petroleros y se le permita asociarse con quien le convenga para conseguir ese propósito.
•Pedir, otra vez, a la Virgen de Guadalupe un milagro para sacar a México a flote, como lo hizo cuando nos puso Cantarel para reemplazar la deuda por el petróleo como fuente de financiamiento de nuestras arcas nacionales.
Pero esto último es improbable que suceda. México debe empezar a comportarse como un país no petrolero y eso supone hacer las reformas tributarias y de pensiones que nos cierre la puerta a las crisis fiscales que se aparecerán si no hacemos la tarea.
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